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Antes y después: así se ve Punta del Este sin el icónico hotel San Rafael

Muchas tardes subo a la azotea del edificio para tomar mates y ver el mar, eso antes no lo podía hacer", contó a LA NACION Sergio Cristaldo, de 59 años y encargado del edificio Alberobello, situado sobre la calle Mar del Plata, justo detrás de donde estaba el icónico hotel San Rafael que fue demolido durante el 2019 y donde se levantará una réplica y edificios con diseño de vanguardia.

La vista desde el pequeño complejo donde trabaja Cristaldo, que tiene dos plantas, permite disfrutar, por primera vez de una vista abierta y privilegiada a la altura del parador 11 de playa Brava.

Como si se lo hubiese tragado la tierra, lo que se puede ver desde la altura detrás de los paneles que cercan la megaobra del grupo Cipriani, es un extenso playón de arena y escombros que espera como un lienzo en blanco a que un artista comience su obra.


"Un poco se extraña. Hace 15 años que vivo en el barrio. Lo conocí mucho y cuando empezó la demolición lo sentí bastante, pero a la vez, notábamos que se estaba cayendo y que estaba muy deteriorado, muy mal. No les importaba, no había quién lo arreglara", recordó Cristaldo y agregó:


"Quedó una visual muy linda ahora desde el edificio, pero se extraña mucho el edificio".

Diferente es la interpretación que tiene de la obra Alexander Higham, un brasileño que tiene 66 años y hace 16 vive en Punta del Este.

Desde su casa, llamada A Bandeira, que tiene dos plantas y el frente esta repleto de flores rosas y celestes que combinan con las aberturas de la propiedad, también puede disfrutar de la vista abierta sin la presencia del edificio que dio origen al barrio hace más de ocho décadas.


"Es muy lindo, pero en breve se inicia una obra muy grande acá. Es lindo, pero temporario", dijo Higham a LA NACION y agregó: "Un poco se extraña al San Rafael, era un ícono del Punta del Este. Dicen que lo van a edificar casi de la misma forma y junto a otros edificios".


Cristaldo es un poco menos optimista sobre el arranque de las obras: "Se comenta mucho que van a hacer una réplica, están los planos, pero hay que ser concretos. Eso es algo a largo plazo".


Quien sí se muestra confiado en el rápido avance de la obra es Giuseppe Cipriani, la cara visible del megaemprendimiento que reemplazará al histórico hotel y que se bautizó como Cipriani Ocean Resort Club Residences.


"Empezaremos con las excavaciones cuando se pueda. Es decir, cuando el municipio nos de el permiso para continuar con la obra después de la temporada de verano. Ojalá que sea lo más próximo posible. Si es posible, a fines de enero", dijo el empresario italiano a LA NACION.


Sobre lo que sintió al ver el amplio terreno sin el edificio, contó: "Mi sensación al ver el terreno vacío es que es un gran espacio y muy bueno para hacer algo impresionante. Creo que no hay un lugar mejor en Punta del Este para construir algo así".



Una vista inigualable con un problema de palomas


Sobre la azotea del edificio donde trabaja Cristaldo, mientras charla con LA NACION, se ven girar dos improvisadas veletas que tienen en sus puntas antiguos discos compactos (CD).


"Los tuvimos que instalar cuando comenzó la demolición del San Rafael porque espantan a las palomas. Como el edificio donde estaban se estaba desarmando, comenzaron a invadirnos acá y el reflejo del brillo de los CD las ahuyenta. Por eso no se asentaron acá", contó el trabajador que casi no desvía la mirada del mar y la isla de Lobos que parece estar más cerca que nunca.


Cristaldo detalló: "Nunca jamás tuvimos esta vista. Si subís a cualquier departamento, nunca vimos esto. Es una vista fantástica. Hasta la isla de Lobos podemos ver ahora. Se ve todo. Se ven los barcos cuando pasan y los pesqueros cuando salen".


"A nosotros nos encantaría que quedara así. Que hicieran una plaza o un atractivo turístico, pero nunca un edificio de las dimensiones que se quiere hacer. Volverá a tapar todo y más. No veremos más nada desde nuestro edificio", dijo el uruguayo.


En tanto Higham es más realista: "Algunos vecinos lo tomaron bien, otros mal y otros indiferente. En mi caso, lo veo como progreso. No hay cómo parar esto. Esas construcciones se vienen desde La Mansa y llegaron hasta acá. Es inevitable".

"No me gusta mucho pensar en el pasado. Me gusta mucho pensar en el futuro porque tenemos tan poco tiempo acá en la tierra que hay que pensar en el futuro", dijo Cipriani y agregó:


"Lo que vamos a hacer ahí es un proyecto que tiene una atracción internacional. Vamos a ser el mejor resort de América Latina".

Al conocer las opiniones de ambos vecinos, el empresario respondió: "Lo que yo pienso es que la gente tiene que esperar hasta ver el proyecto terminado que cambiará rotundamente el turismo en Punta del Este. Lo veo como algo extremadamente positivo".


Una obra del siglo XXI en el lugar de una que marcó un hito

El hotel y casino San Rafael fue inaugurado el 11 de diciembre de 1948, en la rambla Lorenzo Batlle Pacheco. El imponente cuerpo central de estilo Tudor, pensado por el arquitecto Octavio De Los Campos que se inspiró en los palacios europeos, demandó tres años de construcción. Tal fue su adelanto en el tiempo que la rambla costanera de la Brava aún no estaba construida.

Al igual que hace siete décadas atrás, en el predio se planea levantar un emprendimiento de lujo con casino, teatro, fuentes, spa, centro de convenciones, mirador y un pasaje subterráneo para llegar directo al mar. La obra incluye, además de la demolición de la construcción original para levantar una réplica exacta, otros tres edificios, uno de ellos de 67 pisos.


A mediados del siglo XX, durante su construcción original, era tal la desolación de la zona que debieron plantar pinos para poder asentar los médanos y comenzar, en 1939, la construcción de un nuevo barrio que tendría su propia iglesia, casas, parador de playa y, que menos de 10 años después, se convertiría en el nuevo ícono y lugar de encuentro esteño. Su perla y principal atractivo sería el San Rafael que, por medio siglo, vio pasar la historia de América Latina por sus salones y habitaciones.



Fuente: La Nación

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