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Miguel Angel Buonarroti

Actualizado: 5 abr 2019

El polifacético artista Miguel Ángel nació en Caprese el 6 de marzo de 1475.


Miguel Ángel Buonarroti es, sin lugar a dudas, uno de los artistas más completos y mágicos de la historia de la humanidad y es, también con pocas dudas, uno de los ejemplos, junto a DaVinci, de la esencia creativa y diversa del Renacimiento italiano.

La creación de Adán, Capilla Sixtina

Nació en Caprese el 6 de marzo de 1475 y creció cerca de los Medici gracias al trabajo de su padre, con 13 años trabajaba ya en el taller del pintor Domenico Ghirlandaio y con 15 ya paseaba el jardín de San Marcos dejándose llevar por su pasión por la escultura. Los Medici y el Vaticano bajo diferentes papados –que en el caso de León X y Clemente VII era la misma cosa- fueron sus mecenas, a ellos debemos que Miguel Ángel pudiera dedicar su tiempo a dar rienda suelta a su creatividad entre Florencia y Roma principalmente y también en Bolonia donde vivió un tiempo; Miguel Ángel dejó tanto a nivel escultórico como arquitectónico y pictórico una legado incomparable, inolvidable la Piedad y la imponente Capilla Sixtina en el Vaticano, el Moisés (una obra de tal perfección que cuentan que el propio Miguel Ángel Buonarroti golpeó la rodilla de la figura al grito de… ¡habla!), el David…


Moises

Arquitectura precursora

En los últimos años de su vida, Buonarroti se reveló como un gran arquitecto. Fue en 1546 cuando el papa Paulo III le confió la dirección de las obras de San Pedro en sustitución de Antonio da Sangallo el Joven. Primero transformó la planta central de Bramante y luego proyectó la magnífica cúpula, que no vería terminada.

La cúpula de la Basílica de San Pedro, una de las piezas más perfectas y más felizmente unitarias jamás concebidas, es junto al proyecto de la Plaza del Campidoglio y al Palacio Farnesio la culminación de las ideas constructivas de Miguel Ángel, que en este aspecto se mostró, si cabe, aún más audaz y novedoso que en el ámbito de la pintura o la escultura. En su arquitectura buscaba ante todo el contraste entre luces y sombras, entre macizos y vacíos, logrando lo que los críticos han denominado "fluctuación del espacio" y anticipándose a las grandes creaciones barrocas que más tarde llevarían a cabo grandes artistas como Bernini y Borromini.


Cúpula de la Basílica de San Pedro

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