Los Kennedy venden el refugio de Jackie Onassis en Martha’s Vineyard. La compró por 885.000 euros en 1979, ahora su hija ha colgado el cartel por 57 millones de euros.
Los Kennedy, en verano, son la encarnación de la Nueva Inglaterra clásica: velero de madera, playas ventosas, tenis, piel morena, gafas «wayfarer», camisas desabrochadas, legión de niños y mascotas, arándanos y frambuesas, mansiones de cedro, tragos al atardecer. Un icono estival del clan es Red Gate Farm, la propiedad que Jaqueline «Jackie» Kennedy Onassis construyó en los años 70 en la isla de Martha’s Vineyard, uno de los refugios estivales de la aristocracia del Noreste de EE.UU.
La propiedad acaba de salir a la venta, después de casi medio siglo en manos de Jackie y sus descendientes. La compró en 1979 para disfrutar de sus dos grandes pasiones: el contacto con la naturaleza y la lectura insaciable. Para entonces, ya había sido la «viuda de América», tras el asesinato de su marido, John Fitzgerald Kennedy, en 1963. También había vuelto a enviudar, esta de vez de su segundo marido, Aristóteles Onassis, por quien cambió mucho tiempo en Nueva Inglaterra por estancias en Skorpios, la isla griega privada del multimillonario. Con la compra de Red Gate Farm recuperaba la tradición de los Kennedy y de su propia familia, originaria de Nueva York y de los Hamptons. Durante su tiempo como Primera Dama, Hyannis Port, en el cercano Cape Cod, fue la «Casa Blanca de verano». Solo un ferry lo separa de Martha’s Vineyard, una isla que también ha sido refugio estival de otros presidentes. El último, Barack Obama, que la elegía para encontrar tranquilidad y entregarse a su gran vicio -además del tabaco, el golf.
«Hace cuarenta años, mi madre se enamoró de Martha’s Vineyard», aseguró su hija, Caroline Kennedy, en un comunicado. «Cuando descubrió Red Gate Farm, era la expresión perfecta para su espíritu romántico y aventurero.
Las dunas, las lagunas y las colinas de Aquinnah le dieron la oportunidad de crear un mundo donde pudiera estar cerca de la naturaleza, de su familia y amigos y, sobre todo, de sus queridos libros».
Cuando Jackie compró la propiedad, era una antigua granja de ovejas de 120 hectáreas. La transformó en una magnífica residencia de verano, con una mansión de estilo clásico de Cape Cod, con techo de teja, casa para invitados, piscina, pista de tenis, huerto y una pequeña cabaña de caza, la única construcción original de la finca. También llamó a su amiga Rachel «Bunny» Mellon para que se encargara del paisajismo: su relación se remontaba a los años de la presidencia de JFK, cuando Mellon rediseñó, por encargo de Jackie, el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca.
Tras la muerte de Jackie en 1994, se especuló si sus hijos venderían la propiedad. La posibilidad cobró fuerza con la trágica muerte de su hijo John John, que falleció en 1999 pilotando su propia avioneta con destino a Martha’s Vineyard. Se estrelló en la costa de la isla que tanto amaba su madre. A pesar de ello, Caroline Kennedy, la única hija de los cuatro vástagos que tuvieron Jackie y JFK, siguió vinculada a Red Farm Gate. Realizó una reforma millonaria de la mansión, que ha seguido en sus manos. Asegura ahora que es el momento de que ella y sus tres hijos sigan el ejemplo de su madre y «creemos nuestros propios mundos». También de rentabilizar una gran inversión: Jackie compró la propiedad por un millón de dólares (885.000 euros). Ahora se vende por 65 millones (57 millones), el doble de la propiedad más cara vendida hasta el momento en Martha’s Vineyard, la mansión de la que fuera editora de «The Washington Post», Katharine Graham, vendida en enero por 32,5 millones. Es el precio de comprar una parte de la historia de los Kennedy.
Fuente: ABC.es
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